«Déjenme decirlo abiertamente: estamos rodeados de una industria de la degradación, la crueldad y la muerte que iguala cualquier cosa de que fuera capaz el Tercer Reich, incluso la hace palidecer, dado que la nuestra es una industria sin fin, que se autoregenera, que trae al mundo conejos, ratas, aves de corral y ganado con el único propósito de matarlos».
¿Hasta qué punto alguien que se alimenta de carne, más o menos habitualmente, o que consume huevos y quesos de forma regular, o que se viste con pieles, debe pasar por alto una realidad como la que reflejan estas palabras? ¿Es posible vivir con la conciencia tranquila sabiendo de la crueldad que se comete a diario cerca de nuestras ciudades? ¿los ciudadanos alemanes y polacos que «sabían y no sabían» de las atrocidades que se cometían junto a sus casas quedaron marcados interiormente por «las secuelas de aquella forma especial de ignorancia»?. Estas son algunas de las cuestiones que J.M. Coetzee plantea en su libro «Elizabeth Costello».
A través de la voz de esta ficticia escritora australiana, el premio nobel teoriza sobre el bien y el mal, el erotismo, la ficción literaria, nuestras relaciones con el entorno, los derechos de los animales… estructurando cada tema en capítulos diferentes, que realmente esconden verdaderas lecciones.
Es en las páginas centrales de la obra donde queda clara su militancia animalista (Coetzee es un declarado defensor de los derechos de los animales), en las que encontramos una de sus reflexiones más brutales, al comparar las granjas industriales con los campos de exterminio nazis. Esta impactante afirmación nos lanza a la reflexión sobre si debemos seguir mirando hacia otro lado ante una cruel realidad que conocemos y no conocemos, porque el hecho de que ignoremos lo que pasa dentro de las granjas industriales, igual que lo ignoraban los alemanes, polacos y ucranianos con los campos de exterminio, no nos exime de responsabilidad y culpa ante un hecho tan atroz.
Hábilmente, en esta obra mitad novela y mitad ensayo, sin apenas acción y sin una trama por resolver que nos mantenga atentos y expectantes hasta la última página, Coetzee teoriza a través de la voz de Elizabeth, una mujer entrada en años, de vuelta de todo y que expone sus ideas sin importarle el «qué dirán». Ella sabe que sus opiniones en muchas ocasiones irritan a sus interlocutores, pero no por ello dejará de expresar lo que piensa. Porque si la señora Costello tiene alguna virtud, una es la de ser consecuente con sus ideas y la otra es que éstas no dejarán indiferente al lector.
John Michael Coetzee es con probabilidad uno de los mejores escritores contemporáneos, cuya militancia en defensa de los derechos de los animales ha dejado plasmada en títulos como el que nos ocupa. Licenciado en matemáticas e inglés por la Universidad de Ciudad del Cabo, ha sido galardonado con numerosos premiso a lo largo de su trayectoria, entre ellos el Nobel de Literatura en el año 2003.
Deja una respuesta