Os queremos contar una historia de amor, la de Bola y Mar. Se conocieron por casualidad cuando Bola era ya ancianita y de eso hace bastantes años.
Mar nos ha escrito hace unos días para comunicarnos que Bolita nos ha dejado, con 21 años y 7 meses. “Estos 12 años con ella han sido todo un regalo. Ella ha sido feliz, pero yo mucho más”, dice.
En noviembre de 2011 Mar quiso escribir su historia con Bola con la pretensión de animar a todas aquellas personas que tengan dudas en adoptar y más si el animalito es un anciano, a que hagan el intento, porque hay mucho que disfrutar con ellos. Aquí debajo dejamos su testimonio de hace ya 9 años, seguro que nos hace plantearnos el poner un gato senior en nuestras vidas.
Porqué ayudar a un abuelito.
Supe de la existencia de Bola, gracias a una historia penosa con final feliz. Se perdió mi pequeño Mauro y al pedir ayuda a SOS Felinos para encontrarle conocí la historia de mi adorada gatita. Pensar que en plena ancianidad de Bola sus dueños decidieron prescindir de ella (con no muy buenas artes) porque llegaba un cachorro humano a sus vidas, me hizo reflexionar, en especial por el momento tan sensible por el que yo estaba pasando, en el que hubiera dado lo que fuera porque mi pequeño Mauro regresara a casa sano y salvo.
Finalmente apareció mi pequeño, y ni siquiera con la alegría inmensa de su regreso podía quitar de mi mente a la ancianita Bola de 11 años de edad. Decidí adoptarla, aunque ya tenía en casa a dos gatitos. Los primeros momentos resultaron tensos. Bola estaba con mucho estrés. Sólo con entrar a su habitación para ponerle la comida me bufaba, no me dejaba tocarla, además, Mauro estaba también muy estresado después de su experiencia de su extravío con el añadido de que es muy territorial, por lo que también la bufaba y ella le respondía muy agresiva. Tuve que mantenerlos aislados.
Como humana, me llegó un momento de flaqueza y pensé que no podía seguir con la situación después de un mes sin avanzar, por lo que, con todo mi dolor, decidí que tenía que devolver a mi pobre Bolucha. Hablé con Inma Ch., ella me comprendió, sólo me pidió unos pocos días más pues en la asociación estaban saturados…claro me quedé unos días más con Bola!!!!
Entre tanto, tuve suerte de hablar con Cris, una colaboradora de la asociación y me dio unos cuantos consejos para contribuir a la adaptación de los gatitos. Respiré hondo y pensé que mi gordita se merecía una oportunidad y que si se había cruzado en mi camino era que quedarse en casa. Hice todo lo que Cris me dijo, al principio no notaba ningún avance, pero a las pocas semanas, llegué a casa tras el trabajo y vi que estaban todos los gatitos sueltos. Me dio un vuelco el corazón…mi marido decidió ir dejándolos juntos a ratos, aunque con vigilancia.
Comenzó un nuevo periodo, poco a poco terminaron por tolerarse, Bola cambió su bufido por ronroneos con toda la familia…, empezó a salir al jardín, a comer la comida y usar el arenero de los otros gatis, la transformación fue lenta pero afianzada. Actualmente conviven todo el día.
Es una gata muy limpia, educada, fina, cariñosa, lista, sana, ágil (a pesar de parecer un tanquecillo, pesa 4,6 kilos), tiene que estar recibiendo carantoñas todo el día, y su pasión es tumbarse en el sillón entre mi marido y yo, para recibir masajitos a cuatro manos…menuda listilla, es la primera en subirse al sillón para recibir ella solita los mimos.
Es respetuosa, jamás entra en nuestra habitación por la noche cuando estamos durmiendo, sólo entra para darnos los buenos días (literal, es el único momento del día en el que se pone parlanchina) cuando suena el despertador, ella asocia el sonido a que ya no nos molesta si entra en ese momento.
La pequeña historia que he descrito es para animar a adoptar, que no es necesario que sea un bebé, ya que un gato ancianito da mucho amor y los ancianos tienen una necesidad de amor muy especial. El estrés lo tiene un bebé, un adulto o un anciano, un gato, un perro, un humano…y en el caso de Bola, el estrés se lo habían generado su antiguos dueños al sacarla de sus vidas sin ningún pudor.
La entrega de mi angelito es tal, que después de convivir con ella año y medio, para mí es como si la hubiera tenido desde bebé, es una más en casa y ella lo sabe, incluso diría que se sabe y se siente la reina de la casa. Tengo la inmensa suerte de verla feliz día a día, buscando un rayito de sol, una mano que la acaricie, una mirada al armario donde están las chuches acompañando con un mimoso «miauuu», una pasadita de su lomo entre mis piernas, un lametón en mis manos tras unas caricias… Tiene la inmensa suerte de haber olvidado a los humanos deshumanizados que prescindieron de sus deliciosas bondades. Animo a todas aquellas personas que tengan dudas en adoptar y más si el animalito es un anciano, a que hagan el intento, hay mucho que disfrutar con ellos…
Mil gracias a SOS Felinos por existir y por la paciencia que ha tenido Inma Ch. conmigo. Mar.
Bueno, esta es la historia que queríamos compartir con vosotros. Queremos que sea un homenaje de despedida para la preciosa Bola y también de nuestro más profundo agradecimiento a sus humanos, que durante estos años la han cuidado y amado tanto. Gracias.
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