La llamada de lo salvaje. Jack London
Jack London, uno de los clásicos de la literatura del siglo XX, publicó «La llamada de lo salvaje» en 1903. Como buena parte de su obra, esta novela está ambientada en los años de la fiebre del oro que vivió la región del Yukón, en el norte del Canadá. Él mismo pasó un tiempo en la búsqueda del metal precioso en el Klondike, lo que le inspiró para escribir relatos y novelas que narran historias de superación en durísimas condiciones, historias en las que el ser humano lucha por la vida en un entorno hostil, y donde sus protagonistas desarrollan sus instintos más salvajes.
London también se preocupó por otros temas como los problemas sociales en su época, de hecho fue militante del ya disuelto Partido Socialista de América. Ejemplo de ello es la novela «El talón de hierro». Pero gran parte de su fama se debe a sus relatos cortos, algunos pequeñas obras de arte. Su forma de escribir directa, ágil, llena de viveza, fruto de su propia experiencia vital, hace que estos relatos posean una gran fuerza e intensidad, donde los protagonistas viven al límite, en condiciones de gran dramatismo pero también con destellos de humanidad.
En esta novela su protagonista, Buck, un perro casero y privilegiado, se ve privado de todas las comodidades que la vida le ha brindado en el hogar de un eminente juez. La avaricia y la traición de un hombre lo lanzará a una vida brutal como perro de trineo. Una vida de sacrificio, de esfuerzo y de miedo constante. En estas circunstancias conocerá todo tipo de violencia y crueldades de los hombres y también de los de su misma especie. Y es en este contexto en el que Buck realiza un viaje interior hacia lo más profundo de su ser, hacia lo primitivo, endureciéndose a medida que va pasando el tiempo, dejando de ser un animal «civilizado» para dar rienda suelta a sus más profundos instintos animales.
Este cambio producido en su interior le ligará con lo más ancestral, lo más atávico de su especie. Pero el instinto, la fuerza y la violencia de sus antepasados no están reñidos con la lealtad, el amor y la honradez. todo ello moldeará así a un nuevo y poderoso animal, que en adelante sentirá con fuerza «la llamada de lo salvaje».
«Tenía la felicidad y la devoción nacidas al amparo del fuego y del techo, del cobijo, pero conservaba la fiereza y la astucia. Buck era una criatura salvaje, que dejaba de lado su naturaleza para echarse junto al fuego… es decir, ya no era un perro de las mansas tierras del sur, marcado por generaciones de vida doméstica».
El coloquio de los perros. Miguel de Cervantes Saavedra
Es una de las Novelas Ejemplares que Cervantes publicó en 1613. Éstas se suelen agrupar en dos series, una idealista y una realista. El coloquio de los perros entra dentro de la serie realista.
Dar voz a los animales, que éstos se expresen en primera persona y cuenten lo que sienten y lo que piensan puede ser la fórmula literaria más sencilla para acercarnos al otro animal no humano. Tradicionalmente, en la literatura española, la fábula ha sido el género narrativo que adopta dicha estrategia de dar voz a los animales. Pero lo cierto es que el objetivo del acercamiento no se cumple, pues en la fábula es la voz humana la que está tras la del animal. El parloteo que en las fábulas caracteriza a hormigas, zorros, lobos, cuervos, cigarras… no busca reconocer a los animales en su especificidad, sino que los utiliza pedagógicamente y los transforma en símbolos de los vicios y las virtudes de la moralidad humana. Animales que se comportan como personas y que le sirven al autor para criticar defectos humanos y destacar las virtudes que pueden hacernos mejorar como personas y como sociedad.
En Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, cuya lectura ya recomendamos, se hacen varias alusiones al tratamiento que se da a los animales en las fábulas: «Los pobres animales, a fuerza de hablar tonterías por boca de los fabulistas, me parecían tan odiosos como en el silencio de las vitrinas hediondas de la clase de Historia Natural […] Luego, cuando vi en los circos de Huelva y de Sevilla animales amaestrados, la fábula, que había quedado, como las planas y los premios, en el olvido de la escuela dejada, volvió a surgir como una pesadilla desagradable de mi adolescencia […] Así, no temas [Platero] que vaya yo nunca, como has podido pensar entre mis libros, a hacerte héroe charlatán de una fabulilla […]».
La primera excepción a esto en la tradición literaria española es El coloquio de los perros. Una excepción extraordinaria: Berganza, el perro protagonista, aunque también es un perro de fábula que representa valores humanos y sirve de guía moral, es, a su vez, un relato de vida canino que nos aporta una excepcional información, con valor documental, sobre la existencia que los perros tuvieron en la España de Cervantes.
Una existencia terrible, una realidad en la que la brutalidad y el maltrato están siempre acechando. La vida de Berganza, como la de todos los perros en el momento histórico de Cervantes, es una permanente huida de la crueldad, que lo ha amenazado una y otra vez en los diversos ambientes sociales y laborales por los que ha transcurrido su vida.
Además Berganza habla de sí mismo desde su propia perspectiva, con su «punto de vista canino», lo que nos indica una curiosidad del escritor por conocer a ese otro ser.
Es significativo que Berganza inicie su relato en el matadero, dándole pie al comienzo del coloquio para reflexionar sobre el sinsentido de la violencia y sobre la medida en que el ensañamiento de los seres humanos con los animales fomenta la crueldad entre los seres humanos. Del maltrato a los animales sólo puede derivarse el desprecio por la vida en general: «Con la misma facilidad matan a un hombre que a una vaca; por quítame allá esa paja, a dos por tres, meten un cuchillo de cachas amarillas por la barriga de una persona, como si acocotasen un toro».
Es evidente que Berganza está lejos de hacer una apología del veganismo, no obstante, su relato, a la luz de la sensibilidad animalista actual, realza la advertencia contra el maltrato animal y la censura de la actividad llevada a cabo en los mataderos.
Merece la pena leerlo
Gracias por estas recomendaciones. Nada mejor que un buen libro para abrir la mente.