El sapito vegetariano. Ana María Romero Yebra
Lectura recomendada a partir de los 3 años.
Un cuento que conmueve a las personas veganas. Con independencia de tu edad te verás reflejada si tu motivación es de conciencia y no exclusivamente para velar por una mejor salud.
Escrito en verso, tiene una musicalidad bonita y muy infantil. La brevedad y la sencillez en la exposición de la historia casa de forma extraordinaria con lo directo del mensaje: no quiero comer otros animales.
Es un libro esencial para que los niños y niñas entiendan la profundidad del respeto a los demás, un respeto que debe incluir el derecho de todos a vivir. En nuestro personaje, el sapito, su conciencia y su empatía son tan profundas que su decisión no es algo que pueda ser cuestionado, su decisión es rotunda, tierna.
Las ilustraciones son de Arcadio Lobato.
Yago, el cocodrilo vegetariano. Ignacio García-Valiño
Lectura recomendada entre 6 y 9 años.
Se puede ser grande, fuerte, muy valiente, y ser sensible hacia los demás, no querer hacer daño a nadie. Es un mensaje de pacifismo donde el horror supremo hacia otros está en el hecho de «comérnoslos».
El primer paso ético está en darte cuenta de que «tu comida» es alguien con quien puedes llegar a comunicarte y hacer amistad. Yago, el cocodrilo, no ve comida cuando mira una cebra, ve a un ser con quien interactuar.
El cocodrilo se ganará la confianza de las cebras y su amistad, pero le va a costar mucho trabajo. Éste es otro detalle interesantímo en el cuento: la desconfianza que generamos en los seres más débiles físicamente, los que nos temen por instinto de supervivencia.
Finalmente destacaría el carnismo como tradición, como representación cultural y forma de identificación colectiva, y, en consecuencia, el rechazo que sufrimos las personas veganas. Pero las cosas han cambiado mucho en este sentido, los veganos empezamos a sentir que se nos mira como personas de inteligencia y corazón y que empiezan a ser ellos, los que se alimentan de otros animales, los que necesitan justificarse, siendo ya recurrente el «en contadas ocasiones comemos carne o pescado en casa». Lo triste es que no es verdad, pero al menos empiezan a tener la necesidad de mentir. El futuro estará en los hijos y las hijas de quienes ya tienen hoy conciencia del daño y el error aunque sigan esclavos de sus costumbres.
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