Mentes maravillosas. Lo que piensan y sienten los animales. Carl Safina.
Voltaire, uno de los principales representantes de la Ilustración, criticó el concepto cartesiano según el cual «las bestias» sólo son máquinas que carecen de conocimiento y sentimiento, que nada aprenden y nada perfeccionan:
«¿Quizá porque te estoy hablando crees que tengo sentimiento, memoria, ideas? De acuerdo, no te hablo; me ves entrar en casa (…) afligido, buscar con inquietud un papel (…) encontrarlo, leerlo con alegría. De eso deduces que he experimentado el sentimiento de la aflicción y el placer, que tengo memoria y conocimiento.
Aplica, pues, ese mismo juicio a ese perro que ha perdido a su amo, (…) que lo ha buscado con ladridos lastimeros, que entra en casa, agitado, inquieto, (…) que encuentra por fin a su dueño (…) que le testimonia su alegría con la dulzura de sus gruñidos, con saltos y caricias».
Aquellos que sostienen que no se pueden atribuir emociones humanas a los animales pasan por alto un detalle: los seres humanos son animales, por tanto, nuestras sensaciones o emociones son sensaciones o emociones heredadas. El autor de Mentes maravillosas, Carl Safina, observando a una manada de elefante Africano hace la siguiente reflexión: “los humanos nacimos en aquella misma jungla, nuestras mentes se desarrollaron mientras hacían frente a los mismos retos”. Tal vez no sería muy descabellado pensar que hay una conexión más profunda de lo que creemos entre seres humanos y no humanos.
Observando a los elefantes o a los lobos en libertad, en su hábitat, descubriremos que los primeros experimentan una fase de duelo tras la pérdida de un miembro de su familia y que los lobos se organizan y dividen el trabajo para conseguir una presa de mayor tamaño que ellos. Este libro nos transmite vida, experiencias, sentimientos; nos acerca a un mundo más íntimo de los animales no humanos, en libertad, sin estímulos artificiales.
Con esta lectura deberíamos tomar conciencia de que el ser humano no es el centro de todas las cosas, y de que nuestros intereses no deben estar por encima de los intereses de los demás seres vivos. Comprenderemos que en algún momento, hace muchos años, nuestro comportamiento, nuestras motivaciones, nuestras experiencias eran muy similares a las de los animales no humanos.
Carl Safina (1955), doctor en Ecología por la Universidad de Rutgers y presidente fundador de la organización sin ánimo de lucro The Safina Center, es el primer titular de la cátedra de Naturaleza y Humanidad de la Universidad Stony Brook de Nueva York. Ha obtenido distintas becas y varios premios literarios. Es autor varios libros y artículos sobre la relación del ser humano con el mundo natural.
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