Traemos dos libros, de reciente publicación, que nos facilitan conocer y reflexionar la problemática que sufren los animales no humanos en nuestras sociedades. Los recomendamos juntos pues consideramos que leer ambos libros complementa la aportación de cada uno de ellos por separado.
Carta abierta a los animales (y a los que no se creen superiores a ellos). Frédéric Lenoir.
El autor de este libro es filósofo, sociólogo e historiador de las religiones. La lectura es fácil y amena, lo que seguramente haya propiciado su gran éxito de ventas en Francia.
Un texto breve y sencillo capaz de condensar una visión global, un análisis de nuestra realación con el resto de animales y con la naturaleza desde la prehistoria hasta nuestros días. Cómo se ha venido percibiendo al resto de seres en las distintas épocas, en las distintas corrientes de pensamiento, en la cultura y en las religiones. La perspectiva histórica posibilita la comprensión global y profunda de la situación actual. El análisis objetivo de los hechos no excluye un contenido emocional, y es este aspecto lo que aporta gran belleza y hace muy grata la lectura del libro.
Tiene además una virtud fundamental, y es que cita muchos títulos, muchas autoras y autores a los que dirigirnos para profundizar en aspectos concretos.
Que haya sido un libro tan leído en Francia es toda una alegría, quedamos con la esperanza de que también suceda aquí. Os animamos a que os suméis a su lectura y su difusión, porque no sólo es un libro que abre los ojos de quienes aún se sienten superiores a los animales, también es como indica el título, una carta abierta a quienes ya alcanzaron ese valor.
Personas, animales y derechos. Carlos Rogel Vide.
Carlos Rogel Vide es catedrático de Derecho Civil en la Universidad Complutense de Madrid. Este libro es un breve estudio que, desde una perspectiva jurídica, analiza la protección de los animales y la posibilidad de otorgarles la condición de ser titulares de derechos.
El autor se ciñe estrictamente al ámbito de lo jurídico, sin tener en cuenta ciertas corrientes o teorías no trasladables a la esfera del Derecho, al considerar que están más cerca de la filosofía o la antropología. Es el caso del antiespecismo, corriente de pensamiento ético que defiende la no discriminación de los seres en función de su especie.
El texto aborda en primer lugar la noción de «persona». En el campo del Derecho “es un concepto jurídico-formal, que no biológico, ni antropológico, ni zoológico”. Así pues, persona en sentido jurídico “es un sujeto de derecho, aquel que puede tener derechos y obligaciones, capacidad jurídica”. Es evidente que esta concepción es inherente al ser humano.
Utilizando ejemplos de jurisprudencia de distintos países, el autor llega a la conclusión de que no se puede considerar a los animales como sujetos de derechos. A nivel jurídico no son cosas, pero tampoco personas. En nuestro Código Civil son «seres semovientes», capaces de trasladarse de un lugar a otro por sí mismos. Si bien el pensamiento y el sentimiento de nuestra sociedad está evolucionando hacia una mayor conciencia animalista, desde el rechazo al uso de animales en espectáculos, a la opción por una alimentación vegana, ya sea por intereses éticos, medioambientales o ambos a la vez, es una realidad que los animales todavía están desprotegidos jurídicamente.
Y la conclusión que sacamos después de ojear este texto es que, por ahora, debemos poner el acento en las herramientas que la ley dispone para evitar el maltrato, la explotación brutal o cualquier otro tipo de agresión a seres de otras especies. Por el momento, lograr la protección de los animales es únicamente considerado un deber del ser humano como «especie dominante». Pero no olvidemos que la sociedad evoluciona, y la nuestra tal vez encuentre el camino que tarde o temprano nos conducirá a la igualdad entre especies.
«¿No podríamos empezar por ponernos de acuerdo sobre el amor que debemos a los animales? [….] Y simplemente en nombre del sufrimiento, para acabar con el sufrimiento, el abominable sufrimiento que vive la naturaleza, y que el ser humano debería esforzarse por reducir lo más posible, con una lucha continua, la única lucha en la que sería sensato empeñarse». Émile Zola, L´amour des bêtes, Le Figaro, 24 de marzo de 1896
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