El paraíso de los gatos fue publicado por primera vez en 1874, en una colección de cuentos titulada Nouveaux contes à Ninon. Se trata de una fábula que nos habla de los riesgos que se deben correr y de las cosas a las que debemos renunciar si perseguimos la aventura, lo desconocido, lo que nos resulta atractivo y maravilloso.
Si bien se trata de una fábula con la que Zola pretendía una reflexión humana, lo cierto es que nos acerca también a la naturaleza de los gatos y nos hace reflexionar sobre ella. ¿Son tan diferentes los gatos que viven en nuestros hogares y los asilvestrados? ¿comprendemos realmente a los gatos con los que convivimos?
La fábula está protagonizada por un gato que vive en un hogar confortable y acogedor… “tenía un dormitorio con almohadón de plumas y la comida era tan buena como la cama”. Nuestro protagonista gatuno disfrutaba de una vida regalada, sin embargo en la naturaleza de los gatos está la curiosidad y el afán de aventura y entretenimiento, “entre todas esas comodidades yo no tenía más que un deseo, un sueño: deslizarme por la ventana entreabierta y escaparme por los tejados…”
Y es que, a pesar de que los gatos mantienen una relación con los humanos desde hace mucho tiempo, su «domesticación» no anuló su instinto. Así que el placer de ser libres, el interés por la novedad y por lo que resulta emocionante permanecen intactos en estos seres a pesar de estar tan acostumbrados a vivir entre nosotros, “la verdadera felicidad estaba en aquel tejado, detrás de aquella ventana que cerraban con tanto cuidado”.
Igual que pasa con el ser humano el gato está tentado por la aventura y la novedad. ¿Quién no ha pensado alguna vez lo monótona y aburrida que es su vida? Pero, ¿cuántos de nosotros damos el paso para abandonarlo todo y comenzar de cero en una aventura nueva y desconocida, por muy atractiva que ésta sea? ¿En cuánto afecta la socialización desnaturalizándonos? La búsqueda del riesgo y la aventura, el cambio, la libertad supone renunciar. En unos casos a la comodidad de un hogar; en otros a la tranquilidad de la rutina; otras veces a alejarse de los seres queridos… ¡cuando no a todo a la vez! No es una decisión fácil, y esta disyuntiva es la que afronta nuestro gato protagonista.
Al final sabemos que cualquiera que sea nuestra determinación en un momento así tendrá consecuencias en nuestras vidas, y no estaremos seguros de que el camino que hemos tomado sea el correcto, o por lo menos el más apropiado. De cualquier forma debemos disfrutarlo y no dejar que la duda nos asalte para siempre, porque, ¿quién renuncia a más, aquél que se arriesga o el que prefiere la seguridad y la comodidad? ¿Quiénes tienen más sabiduría, los gatos callejeros que “nunca comprarán su carne y su almohadón de plumas, pagando el precio de la cárcel…” o aquellos que renuncian a su libertad? Aunque tal vez la pregunta correcta que plantea la fábula de Zola sea… ¿quién es más feliz? Que cada uno decida, igual que decidirá el gato…
Émile Zola (París, 1840 – 1902), fue un novelista francés, teórico y máximo exponente del naturalismo. Sus primeras obras fueron relatos que se publicaron bajo el título de Cuentos a Ninon, del que se extrae este cuento. Es autor además de ensayos y novelas como Germinal, La taberna, Nana o La bestia humana entre otras. Al final de su vida se involucró en política, más concretamente en el conocido como “caso Dreyfus”, un militar francés, de origen judío, culpado falsamente por espía, publicando en un diario francés su famoso Yo acuso.
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